Los orígenes del olivo se remontan prácticamente a los orígenes de la agricultura, lo que marcó un antes y un después en el desarrollo de nuestra especie, por lo tanto estamos ante un árbol milenario que siempre ha representado para el ser humano una rica fuente de alimento, además de relacionarse simbólicamente con la paz y la sabiduría. ¿Quieres saber más? A continuación te mostramos cuál ha sido la historia del aceite de oliva y del cultivo del olivo.
Historia del cultivo del olivo
Se considera que el inicio del cultivo del olivar data del año 4.000 a.C. y se cree que tuvo lugar en una ubicación indeterminada del Levante Mediterráneo, además, se estima que el cultivo del olivo tuvo un comienzo simultáneo y no solo se dio en la región mediterránea sino también en el oriente próximo.
Con la aparición de la agricultura el ser humano abandonó su estilo de vida nómada y se estableció en poblados donde el cultivo de oliva era uno de los tres pilares básicos de este nuevo sistema de vida adquirido durante el neolítico, junto con el cultivo de vid y de cereales.
Por ello el olivo, sus frutos, y el aceite obtenido de los mismos no solo se vinculan estrechamente a la cultura mediterránea sino que también están presentes en los orígenes de las culturas asiria, egipcia, judía y fenicia.
No obstante, pocas culturas han permanecido tan unidas al aceite de oliva como la mediterránea, entendiéndose que este oro líquido no solo es un elemento imprescindible en nuestra gastronomía sino que puede considerarse como un elemento inherente a la formación y conservación de esta cultura.
¿Cuál fue el primer olivo sobre la faz de la tierra?
Cuando nos trasladamos a tiempos remotos siempre es difícil afirmar que los datos que se conocen son exactos, no obstante, a través de distintos estudios se considera que el primer olivo silvestre, conocido popularmente como acebuche y botánicamente como Olea Sylvestris hizo su aparición hace aproximadamente 500.000 años.
Se cree que la aparición del primer olivo silvestre se dio como consecuencia de la hibridación entre otras dos especies y que tuvo lugar al oeste de África desde donde se extendió a la zona mediterránea, cuyo suelo y clima también eran idóneos para el desarrollo del olivo.
La plantación del olivo se masificó notoriamente de mano de los pueblos Íberos aunque las verdaderas mejoras llegaron a través de los romanos quienes aportaron nuevos conocimientos y mejoraron las técnicas de cultivo adquiridas hasta entonces.
Desde la aparición del primer olivo silvestre hasta la actualidad esta especie vegetal ha sufrido una gran evolución, tanto es así que a día de hoy se calcula que existen más de 260 variedades distintas de olivo.
El inicio de la producción del aceite de oliva
Se cree que la producción del aceite de oliva a través de las aceitunas silvestres se inicia en la amplia zona que va desde Siria a Canaán. En Egipto se puede datar el inicio de la producción del aceite de oliva en el II milenio a.C., no obstante, el uso que los egipcios le daban al aceite de oliva era principalmente cosmético, aunque cabe destacar que tanto en esta cultura como en otras el aceite de oliva tuvo un uso también religioso y espiritual.
Fue también el pueblo egipcio el primero en comercializar aceite de oliva, el cual no llegó en tardar a la región mediterránea y se instauró también como una tradición importante en la zona que conocemos actualmente como Andalucía de manos de los griegos.
No obstante, como ya hemos mencionado anteriormente, la verdadera revolución del aceite de oliva llega con el Imperio Romano.
El imperio Romano y el aceite de oliva
Se estima que el aceite de oliva llegó a la península itálica en el año 616 a.C. aunque la mayor expansión de la joya de la gastronomía mediterránea se dio durante los siglos II y III, ya que gracias a las victorias militares y a los avances territoriales del Imperio Romano el cultivo del olivo se extendió notoriamente a través de toda la geografía mediterránea.
El Imperio Romano marcó un antes y un después en el cultivo del olivo y en el conocimiento adquirido sobre el mismo. Esto lo prueba el libro “De agri cultura” creado por el militar, político y escritor romano Catón el Viejo, donde se exponen numerosos métodos de cuidado, poda y cultivo el olivo.
En contra de lo que inicialmente se había pensado los romanos adquirieron de los griegos los conocimientos básicos acerca del cultivo del olivo y la producción del aceite de oliva, no obstante, los mejoraron notoriamente y convirtieron a este producto en un eje de la economía de su imperio, junto con el pan y el vino.
El Impero Romano aumentó de una forma extraordinaria la producción de aceite de oliva gracias al denominado molea olearia, un primitivo molino de aceite movido por animales el cual contaba con al menos 3 versiones distintas documentadas.
Según concluyen algunas fuentes expertas la simbología pacífica que se vincula a las hojas del olivo también surge durante la hegemonía del Imperio Romano ya que la comercialización del aceite de oliva era un medio económico con el que querían contar múltiples regiones, la única forma de hacerlo, era estableciendo la paz con el territorio romano.
El aceite de oliva en Jaén
El escritor y poeta francés Georges Duhamel fue el creador de la hermosa cita popular que afirma “El mediterráneo acaba donde el olivo deja de crecer” y en esto también tiene mucho que ver el imperio Romano, ya que la Baética (provincia romana que coincidía con el territorio actualmente conocido como Andalucía) era la principal provincia productora de aceite de oliva.
En la actualidad es Jaén la mayor región productora de aceite de oliva a nivel mundial y este producto cuenta con tres denominaciones de origen protegidas (D.O.P):
- Sierra Mágina
- Sierra de Cazorla
- Sierra de Segura
Con 550.000 hectáreas cuyo suelo está dedicado al cultivo del olivar, la provincia de Jaén cuenta con más de 66 millones de olivos y su producción representa el 20 % de la producción mundial de aceite de oliva.
La principal variedad de olivo que se cultiva en Jaén es el olivo Picual, representando el 50 % del olivar español. Se trata de una variedad muy resistente a las heladas y a la humedad del suelo, además, su fruto presenta un óptimo rendimiento graso, que puede llegar a alcanzar un porcentaje del 28 %.
El 60% de la superficie olivarera de Jaén se corresponde con métodos de agricultura de secano, que es el método agricultor en el que el ser humano no contribuye de forma alguna al riego del campo, utilizando únicamente el agua proveniente de la lluvia.
Si bien se considera que las aceitunas procedentes de olivos de secano tienen un mayor rendimiento graso, en la actualidad algunas organizaciones certifican que este método ha ocasionado pérdidas en la cosecha de aproximadamente un 25%.
La evolución del olivo: del método tradicional al olivar intensivo
El rendimiento de un olivo en su estado silvestre puede verse enormemente aumentado si se realizan cuidados agrícolas de limpieza, fertilización, riego y poda, entre otros, tal y como demostraron los romanos, los principales responsables de la gran expansión del oro líquido que representa el aceite de oliva.
Lo cierto es que independientemente del sistema de cultivo empleado, este debe resultar rentable para el agricultor, lo que ocurre cuando los ingresos obtenidos superan a los costos. La principal herramienta que posee el agricultor para influir sobre la rentabilidad del cultivo del olivar es el grado de mecanización del mismo.
Si bien el sistema tradicional de cultivo (que puede ser mecanizable o no mecanizable) es el más extendido en España, así como en Grecia e Italia, actualmente también está ganando fuerza el sistema intensivo de cultivo del olivo, también conocido como olivar intensivo.
Este método se caracteriza por la plantación de olivos jóvenes aislados con la copa en forma de vaso, los cuales se colocan en marcos de 6×6 o de 6×3 metros, lo que finalmente representa una densidad aproximada de 200 a 600 árboles por hectárea.
Estos olivos poseen una vida útil que puede superar los 40 años y la recolección de los frutos está mecanizada a través de vibradores autopropulsados con paraguas o a través de cosechadoras.
No obstante, el olivar intensivo no es un método que pueda adaptarse adecuadamente a cualquier situación, ya que en terrenos donde la inclinación frontal es mayor al 18% y la inclinación lateral es mayor al 15% resulta imposible recurrir a este tipo de plantación. Además, la variedad de olivo picual tampoco presenta una buena adaptación a este tipo de agricultura.
Principalmente por estos motivos el sistema tradicional de cultivo sigue al alza en el país líder a nivel mundial en la producción de aceite de oliva, a su vez emplear métodos tradicionales es una forma de honrar la gran historia que se esconde tras la mayor joya de la dieta mediterránea.